noviembre 02, 2013

En la península ibérica no hay fronteras

PORTUGAL SE REBELA CONTRA SUS POLÍTICOS

De paraíso de la transparencia al tercer país más corrupto de Europa



Portugal se asfixia en la corrupción. Falta transparencia y sobran conflictos de intereses entre los representantes públicos y los cargos privados. En el tercer país más corrupto de Europa Occidental, según Transparency International (TI), ocho de cada diez personas sienten que la situación ha empeorado en los dos últimos años. Pero la ciudadanía ha comenzado a decir basta; las elecciones municipales del 29 de septiembre registraron tres plusmarcas históricas: abstenciones, votos nulos y votos en blanco.
“Si Portugal no tuviera corrupción estaría como Suiza, viviríamos incluso mejor. Pero, con la corrupción, corre el peligro de convertirse en la Albania occidental. Somos lo peor de Europa, con Italia, donde predominan las mafias, y con Grecia, donde predomina la desorganización. Tenemos ambas características”, explica a El Confidencial el vicepresidente de la Asociación Transparencia e Integridad (la versión lusa de TI), Paulo Morais, una de las caras portuguesas más conocidas en la lucha contra esta lacra. Bajo el punto de vista de este exvicepresidente de la Cámara Municipal de Oporto, “de la derecha a la izquierda, todos los partidos que conforman el Parlamento están tomados por la corrupción, bien de manera activa o bien de manera cómplice”.
Nadie se salva de las sospechas. Ni siquiera la actual ministra de Finanzas, María Luis Albuquerque, la economista de 46 años que asumió el cargo el 2 de julio. Su pasado en la política y en el mundo empresarial ha sido examinado hasta el último detalle por sus opositores, quienes le acusan de haber participado en la firma de diferentes contratos de gestión de riesgo financiero (conocidos como swaps), lo que ya se ha llevado por delante a tres secretarios de Estado.
Albuquerque lo niega, pero una auditoría interna de la Dirección General del Tesoro pone en entredicho su versión, así que este octubre tendrá que dar explicaciones en el Parlamento por tercera vez. Los titulares tampoco han dejado en el tintero que su marido llegó a asumir funciones de consultor para el grupo Energías de Portugal (EDP), precisamente el mismo que privatizó la hoy ministra durante su anterior etapa como secretaria de Estado.
La actual ministra de Finanzas lusa, María Luis Albuquerque, en rueda de prensa (Reuters).
España sigue de cerca a su vecino
“La corrupción tiene orígenes antiquísimos y está por todos lados. El clientelismo está muy enraizado y la cultura democrática todavía no asume la misma fuerza que en otros países”, explica a este diario el fundador del Movimiento Anti-corrupción, Micael Sousa. De hecho, el último Índice de Percepción de la Corrupción que elabora TI, basado en una escala de 0 (menos íntegro) a 100, arroja que Portugal es el tercer país más corrupto de Europa Occidental con un índice de 63, muy lejos de los puestos cabeceros que ocupan Dinamarca y Finlandia (ambos con 90), superando tan sólo a Italia (42) y Grecia (36) y con España (65) bastante cerca. Portugal fue además el Estado que más trasparencia perdió del mundo entre 2000 y 2010, también según TI.
El capítulo de Albuquerque es sólo uno más de la extensa novela por entregas en la que se ha convertido la actualidad política y empresarial portuguesa. Hay ejemplos de todas las formas, gustos y colores: caso Parque de las Naciones, caso puente Vasco de Gama, caso submarinos, caso Freeport, caso asociaciones público-privadas, caso BPP (Banco Privado Portugués), caso EDP, caso Expo’98, caso estadios Eurocopa 2004,caso BPN (Banco Portugués de Negocios). Cada uno de ellos, por separado, ha generado ríos de tinta y múltiples discusiones parlamentarias, acusaciones, dimisiones y cesiones incluidas. Basta con probar suerte en cualquier buscador para perderse en un laberinto de nombres, apellidos y connivencias. En Portugal, el caso es la corrupción.
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